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miércoles, 6 de marzo de 2019

Mayo de 2018 - febrero de 2019


Post pendiente Nº1 de 2

La maternidad es lo que tiene. Una deja de hacer tan seguido las cosas para las que antes gastaba el tiempo del fin de semana. Ahora, fuera del trabajo, casi todo es parque, cocinar y organizar la semana. Por eso en mayo de 2018 anoté algunas ideas sobre el primer viaje a mi pueblo que hacía después de dos años en Colombia. Y por la misma razón, así como por la mudanza y cambio de tres continentes en dos meses, tengo que unir esas impresiones a las que acabo de anotar en febrero de 2019, momento en el que vuelvo a España rumbo a Filipinas.

Hasta mayo de 2018 nunca había estado dos años fuera de Elda. Había viajado mucho, pero tras seis meses o como máximo un año había vuelto a mi primera casa, al lugar al que siempre volveré.


Ahora, unos meses después, describo brevemente y punto por punto, esas impresiones que tuve tras 24 meses “ausente” que anoté en ideas. Aprovecho hoy para unirlas a otras de estos días por Madrid. Y lo hago justo antes de partir a Asia:

“Lugares que ya no están donde estaban”
La avenida en la que está la casa de mis padres es central, y tenía, al igual que otras calles, tiendas y otros comercios que conocía bien. Una de las mayores sorpresas es pasear y ver lo moderno que se vuelve todo, aunque a veces conservando su esencia. Y ver a través de estos lugares que la vida pasa, la vida sigue…no espera… y en un par de años puede no cambiar mucho y cambiar tanto al mismo tiempo…

“Fábricas con timbres antiguos”
La cremallera de una maleta se me rompió y fuimos, como en buen lugar dedicado al calzado, a una pequeña fábrica a que me la arreglaran. Pero a veces se puede, otras veces no. Y aunque la maleta no se pudo arreglar había que intentarlo. Lo que más me sorprendió es que, a pesar de los cambios que encontré, en esa fábrica en concreto siguiera el timbre del mismo estilo de los que solía hacer sonar a mis 5 años. Todas las fábricas que estaban en el centro del pueblo tenían esos viejos timbres, y algo tan tonto me trajo mil recuerdos.


“Llorar en Alicante”
Sí, así sin más. Quizá por el cansancio del viaje, seguramente porque mi hija iba a conocer a sus bisabuelas, tíos, tías y amistades del alma. Pero bajé del avión, me monté en el autobús que nos acercaba a la terminal y no lo pude evitar. Una mujer se me acercó, me preguntó si necesitaba ayuda y me dijo que le recordaba a su hija, que vivía fuera. Y eso me calmó. Comencé a hablar con ella de todo un poco mientras recogíamos las maletas y hasta que vi a mis padres. En fin, que me alegré de que haya tanta gente dispuesta a echar una mano en todo lado.

“Más manifestaciones que nunca”
El momento del viaje de mayo de 2018 fue especial. Se estaban destapando varios escándalos de corrupción en la política a nivel nacional, la gente no estaba de acuerdo con los recortes en salud, y además me encontré con todas las opiniones encontradas respecto al tema de la independencia catalana. Para ser sincera, desde el 15M que presencié hace casi diez años no había presenciado que la gente de mi tierra natal se movilizara tanto. Al menos no como en los países de Sudamérica donde he vivido. Y ese cambio hacia las calles me ha generado ganas de querer volver a ser aquella que siempre estaba en las calles a principios de los dos miles.

“Café con hielo”
¡Y un café descafeinado con mucho hielo y limón, por favor! ¡Cuánto tiempo! ¡Salud por las pequeñas cosas que no hacía desde hace tiempo!

“Agua limón y horchata”
Una suerte también viajar al principio de la temporada de las terrazas, inicio del calor y los granizados como el agua limón y la horchata. Innumerables fueron los que tomé en mayo de 2018.

“Gentío”
Al igual que incontable cantidad de gente en las calles en mayo de 2018 y febrero de 2019, en todas las fechas. Y es que sale un poco el sol y por algunos lugares no se puede ni caminar.

“Nada en casa, todo afuera”
Porque me da la sensación de que en varios lugares de la península ibérica todo se hace en la calle en determinada época del año, nada se hace en casa. Por eso yo misma nunca recordaba haber pasado un domingo entero en casa sin salir, a no ser que estuviera enferma, hasta la primera vez que crucé el charco atlántico en 2005. En La Paz (Bolivia) pasé mi primer domingo descansando en casa

“Volumen alto y hablar a la vez”
También parece que me he “latinoamericanizado” bastante, estando tantos años fuera porque no llevo tan bien como antes este punto. Y no tanto el volumen sino el cómo, que ahora lo veo como si de una antropóloga social que anda tomando notas se tratase, y me analizo incluso a mí misma. Demasiado enrevesado.

“Carricoches por la calle”
Otro tema interesante es la costumbre de usar carricoches de bebé. En Colombia me di cuenta que era la gente de clase media o alta la única que los utilizaba, pero aquí me siento más normal viendo que todo el mundo tiene la costumbre. Hasta el mes pasado no he tenido la oportunidad de salir cada día al parque en este contexto y he tratado de aprovechar al máximo estos días aquello de sentirnos Mila y yo un poco más normales, aunque la normalidad sea algo relativo.

“Desayunos”
Mayo de 2018 me trajo desayunos cada día fuera de casa, la igual que febrero de 2019. Algo muy común por estos lares y que tanto echo de menos cuando estoy fuera. Hay que adaptarse, pero no dejar de hacer esas pequeñas cosas cuando se tiene la oportunidad.

“Horarios dispares”
Comer a las tres a la tarde, salir al parque hasta casi las ocho, algo rarísimo en la Bogotá natal de mi hija. No me acostumbro tampoco, sigo comiendo a la una y pensando que a las cinco o seis debemos irnos a casa, cuando todo el mundo está recién empezando a salir, incluso los peques más peques.

“Lugares con historia”
Cuando vivía en España no solía madrugar tanto como ahora. Quizá por eso veo las calles de otra manera. Salir a las siete de la mañana cuando las máquinas están limpiando las calles y sólo hay un par de churrerías abiertas, ver esos edificios viejos, escuchar los pájaros que comienzan a cantar por primavera, aun con frío, es toda una visión diferente de este lado del mundo. Y todo eso paseando por un lugar de calles estrechas con mucha energía, que se percibe por historia que han vivido esos caminos…

“Resaca en las calles”
… con esquinas sucias por la vida que hay en las noches… esperando a que los comercios se activen. Imaginar Madrid hace 200 años en este momento de mi vida no tiene desperdicio. Es genial poder olvidar el cansancio de los cambios de continente por un segundo, viviendo el lugar donde se está en un determinado momento.

“Arena en los parques”
Qué curioso. Ahora ya todos los parques infantiles se construyen con esa especie de esponja de colores en el suelo para que los y las peques no se ensucien ni se hagan daño al caer, pero parece gustarles mucho más esos espacios que aún quedan cerca de mi lugar de paso por Madrid, con mucha arena.

Ensuciarse…
Porque ensuciarse es divertido. Y me recuerda tanto, tanto, a cuando yo era niña y todos los parques eran así… ¡Cuántas caídas tengo en mis rodillas en esas piedritas que me dejaban hecha polvo, pero tanto divertían! En fin, ya empiezo a contar batallitas. Mejor seguir otro día.


Difícil es transmitir más. Me gustaría tanto que vengáis donde estoy para que conozcáis mejor cada impresión... Pero sigo con la idea que tenía al abrir este blog en Ecuador, de que lo poco que pueda compartir siempre es bueno, aunque sólo sea un instante.

Próximo post pendiente: La despedida de Colombia. Enero de 2019.

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