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domingo, 31 de agosto de 2014

Motos, colores, reivindicación, lo amable, creación y bosque

Quizá cuando llegas de nuevo a un lugar no puedes evitar hacer comparaciones. Yo intento no hacerlo pero siempre hay "categorías mentales" que se apoderan de la visión objetiva.

En los primero viajes empiezas pensando en las diferencias y similitudes que existen entre el lugar que estás conociendo y aquel del que vienes. Esta fase suele ser sorprendente.

Después, cuando ya te has movido varias veces fuera del hogar, empiezas a reconocer esos pequeños detalles que hacen único a un sitio y aquellos otros que le incluyen dentro de una de tus "categorías" o ideas, sea la que sea. Las que yo tenía antes de venir eran "país de África del oeste", "mayoritariamente musulmán", "con índices de pobreza altos", "sin mar", "ex colonia francesa", "algo desconocido", "con mucha cooperación internacional", "en paz", "con ciudades que no son metrópolis", "cuna de tradiciones y culturas" (por supuesto, vienen a la mente, en esta última categoría, sin poderlo evitar, los tambores con todo lo que representan…) y por supuesto país del interior del África subsahariana.

Por eso quizás ahora, justo en este momento, lo que estoy intentando hacer es llegar a una tercera fase personal: la de no comparar ni categorizar, sino ver Ouagadougou desde una mirada "sin impurezas". Es complicado porque cada persona es ella misma y sus circunstancias, pero para vosotras y vosotros, amigos y amigas, familia y quien me lea, diré lo que finalmente veo: Motos, colores, reivindicación, lo amable, creación y bosque.

MOTOS por todo lado. Una ley que dice que todo el mundo debe llevar casco pero nadie lo hace. Cientos, miles de motos, y en comparación muy pocos coches. Chicas que llevan al niño en la espalda en moto, ejecutivos trajeados en moto, señoras de cincuenta años con su bolso bajo el brazo y su peinado perfecto en moto, el señor con toneladas de cosas (exagerando, claro, pero para que os hagáis una idea) en moto, y por supuesto la pareja de adolescentes en moto. Los cruces son una locura, en los semáforos hay treinta o cuarenta motos en cada uno de los dos carriles de cada lado, deben ser algo más de doscientas en un cruce. Yo voy en coche… esperando a tener la opción de pasar. También hay bastantes bicis, pero no tantas como motos.

COLORES de todo tipo: en los vestidos o conjuntos de las mujeres cosidos con una perfección mejor que la de la mejor sastre, telas de colores para tocados de mujeres musulmanas, telas con imágenes de Cristo para las cristianas, telas preciosas que sirven para sostener a tantos bebés… telas que llevan las mujeres y algún que otro hombre en conjuntos coloridos. Convivencia de culturas y religiones, bajo la tradición común de los colores.


REIVINDICACIÓN a través de pequeños gestos o carteles de comercios que recuerdan historia o lucha. Reivindicación de lo propio como sus lenguas (la más hablada aquí es moore), de no tener que salir del país, de quedarse y hacer lo que se pueda desde dentro. Reivindicación a través de lo rasta, de la música, del simple hecho de no pensar que todo está dicho, sino que África está en movimiento. Reivindicación no solo de lo que es de aquí sino de la hermandad con el continente, de esa que ya no queda en otros lados como en Europa, donde hablar de la "unión europea" tiene una connotación monetaria. Unidad de comprensión, de reivindicación de lo que les corresponde, por igualdad.

LO AMABLE en cada persona, esquina y comentario. Simplemente porque sí. A veces me da la sensación de que por ser blanca todo el mundo es más amable, y me ayuda más, pero luego veo las reacciones y relaciones dentro de las grandes familias, con las vecinas y vecinos y con todo el mundo. Entonces me doy cuenta de que  también son amables con quien es de aquí de toda la vida. Salvando diferencias de caracteres, como en cualquier lugar del mundo, algo que me sigue sorprendiendo es la amabilidad burkinabé. Me dan ganas de pasar más tiempo con la gente, les busco para que me cuenten cosas y siempre encuentran un momento para mí. Mucha amabilidad.

CREACIÓN, y además creación de todo tipo: musical, artesanal, cultural en general y desde mi punto de vista muy, muy imaginativa. No por nada el centro de la ciudad es precisamente la plaza de los cineastas. Y reciclaje de verdad, sabiendo aprovechar lo que hay y sacándole el mejor partido. Más que reciclaje es creación, imaginación, arte. Mi segundo fin de semana aquí fue el de visitar la creación: Primero, la exposición de esculturas en piedra de Loango, a cielo abierto, en la naturaleza. Me han comentado que cada dos años hay un encuentro de escultores de todo el mundo y tallan las piedras, lo que le convierte en un "parque de la creación". Los paseos inspiran desde el punto de vista de cada artista, la mayoría african@s. Tras esto la noche me llevó a escuchar la fusión musical de una orquesta que se inspiraba tanto en clásicos populares e internacionales. Esa fusión podría llegar a traer más creación, en un ciclo que hace cada vez más bello lo que escuchas.

BOSQUE, como el parque urbano Bangr-Weoogo, en Ouaga mismo. Quizá porque es la temporada de lluvias y todo está mojado el lugar esté más verde, no sé (no he estado en época seca). Otra sorpresa grata ha sido encontrar lugares para pasear en una ciudad como esta, en el centro del Sahel, que imaginaba mucho más seca. Mi primer paseo ha sido por el bosque, mojado pero bonito, caluroso pero bonito, un bosque del corazón de África.