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miércoles, 13 de diciembre de 2017

Reparar es transformar


Volver al trabajo después de 5 meses desconectada teniendo que dar unas palabras sobre la situación de posguerra en Guatemala para presentar a una persona que venía a Colombia, sin conocer el contexto, no viene nada mal para investigar y leer sobre algunas cosas de las que no tenía ni idea. Interesarse es conocer.

He tenido la suerte de escuchar a alguien de una organización que se llama “Mujeres transformando el mundo” sobre lo que es la reparación transformadora, término a través del cual he aprendido más acerca de lo complicado que es que una persona y una sociedad se recuperen de un conflicto.

Y es que para transformar, cuentan desde esta organización, tuvieron que hacer todo el esfuerzo del mundo para que las “abuelas” de una pequeña aldea tuvieran una sentencia judicial en firme que les permitiera a ellas y a su comunidad seguir adelante tras años de abusos sexuales y violencia de todo tipo, pero más profunda hacia ellas.

La reparación es el último eslabón de la justicia, pero el más importante para poder volver a tener una vida normal. Por suerte, en este caso, se dio un contexto favorable y consiguieron que quedara todo sobre el papel, tras un juicio muy mediatizado, pero que consiguieron ganar. La otra cara es que desafortunadamente se ganó no porque fuera justo reparar a un grupo de mujeres mayores (porque si así fuera en tantos apartados lugares del mundo habría miles de sentencias) sino por dos simples motivos: porque la televisión no se opuso y porque las abuelas transmitían credibilidad, al menos algo más que una joven con poca ropa.

Pero la cosa no quedó en la sentencia. Quienes sabemos acerca de lo que significa la legalidad ligada a la violencia basada en género sabemos que no sólo hay mínimas sentencias sino que cuando éstas se consiguen luego no se hacen realidad. Este caso no fue diferente: hubo 500 páginas de una resolución judicial que por supuesto no iba a leer nadie, y mucho menos en una comunidad en el campo, y por tanto iba a quedar en nada. Mujeres transformando el mundo tuvo que resumir el texto, dejarlo todo muy clarito y ponerse manos a la obra para la reparación. Para ello tuvieron que recoger montones de datos e ir institución por institución haciéndoles ver la situación real de estas abuelas, ya que quienes debían poner en marcha las medidas de la sentencia no se lo tomaban en serio o no les creían… no creían que la situación de estas mujeres hubiera sido tan grave como se decía.

En fin, que por lo que escuché esa estupenda mañana de hace un par de semanas en Cartagena de Indias y por lo que he podido averiguar, se trata de un caso realmente emblemático. Se pagó a estas mujeres, se obligó a instituciones públicas a hacer bien su papel y se les ofreció no sólo a estas mujeres sino a sus comunidades una mejor salud y otros beneficios, tras la guerra en Guatemala.

Y es que no basta con meter a los culpables en la cárcel. Eso sólo es el principio. La vida viene después, mientras haya vida.

El pueblo y el caso se llaman Sepur Zarco. La rabia es que estas reparaciones son casi inexistentes en el mundo. ¡Bravo por quienes consiguieron dar este paso en un planeta deshumanizado!