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viernes, 4 de octubre de 2013

Viernes de oración

Busco una inspiración en alguna palabra, algo que con sólo nombrarlo pueda haceros volar conmigo. La estoy buscando dentro de esta tierra rica de olores, sabores, sensaciones… la sigo buscando para que además os trasmita el cambio interno que supone para mí estar aquí. Alguien que no imaginé que me leyera con asiduidad me dijo hace algunas semanas que por favor no deje de publicar aquí, que cuando me lee se imagina en los lugares donde camino. Solo por eso, porque nunca se sabe a quién puede llegar lo que se trasmite, solo por eso, he sacado un hueco de mi tiempo en esta tarde de viernes de oración para escribiros. ¿A quién? A quien le pueda llegar un poquito a su alma.

Hoy es el inicio del fin de semana, empecemos por ahí. El cambio empieza cuando el ritmo vital semanal cambia. Los domingos son el día más ajetreado que siento en Argel, el inicio de la semana es muy activo aquí, mientras que el viernes todo está en calma, la mayoría de las tiendas no abre y sólo se siente el descanso. Me levanto, desayuno algo ligero y salgo a la calle en este domingo-viernes con mi ropa blanca para darme cuenta de que ya no voy a clase de yoga en Quito. Realmente ahora que he llegado después de mi viaje a España para renovación del visado es cuando me he dado cuenta de que resido un corto tiempo en el Magreb. Las calles tienen mucha luz que se refleja sobre un mar que no se aprovecha tanto como en el norte del mediterráneo, la gente habla efusivamente, los coches pitan y pasan, las mujeres me miran y no dicen nada, los hombres también. Yo les miro. Quien me conoce sabe que nunca entro a valorar, solo les observo, me observo, aprendo a cada paso hasta llegar a mi momento relajante y meditativo de la semana, el momento del yoga. Hay cosas que no cambian, pequeñas costumbres que se mantienen. Cuando todo alrededor es tan distinto el hecho de mantener algo de lo que se hacía antes es lo que queda de rutina, que aunque digamos que no en el fondo necesitamos, para no perdernos.

Estoy aquí, en viernes,  sentada en un sofá de una casa de Argel con un jardín desaliñado, una casa llena de gente, de inquietudes, temores y cariño, esperando que alguien llegue y me levante de mi relax de viernes de oración interna. Disfruto de este momento tanto como del momento en el que se verá interrumpido, cada instante tiene lo suyo.

Mientras tanto sigo pensando en esta ciudad en la que me encuentro, en esta Argel descuidada y cambiante. Todo lo que oigo me hace comprender un poco el contexto en el que estoy, o al menos eso intento. Quien duerme a mi lado lee estas líneas y reposa conmigo.

He tenido varios viernes de oración en Argel y también los he tenido cuando bajo al sur, al Sahara, donde he aprovechado para dar otros paseos que me cerraban los ojos por la arena pero me abrían los sentidos. Tuve uno especialmente particular cuando estuve en mi segundo viaje que no he contado porque no he tenido mucho tiempo y que aprovecho este viernes de oración y de parrafada para contar. Fue un paseo de una hora, no todo el tiempo caminando porque tuvo algunas paradas, pero me enseñó más  en ese rato que el resto de días que he gastado en los campamentos de refugiadxs del Sahara. Solo os contaré que caminando por la hamada1 me surgían dudas, mientras alguien me las iba respondiendo y cada respuesta era del todo menos la común. Un par de esas contestaciones son las que me quedaron más grabadas, ya que resumen cómo siento que es el Sáhara:

    -    Esta parcela, ¿tiene propietario?
    -    Pues es de todos y de nadie.
    -    Y, ¿este pequeño cementerio funciona?
    -    Aquí todo funciona y nada funciona.

Este viernes de oración desde la perla del Magreb y sus reflexiones inconexas terminan por ahora aquí.

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1 http://es.wikipedia.org/wiki/Hamada#cite_note-1. Una hamada o hammada (en árabe, حمادة ḥammāda) es un tipo de paisaje de desierto pedregoso, caracterizado en gran parte por su paisaje árido, duro, de mesetas rocosas y con muy poca arena. La mayor hamada del mundo es la hamada del Draa, en el noroeste del desierto del Sáhara, ubicada entre Marruecos, Argelia y el Sáhara Occidental. Las áreas de hamada constituyen el 70% del desierto del Sáhara.