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domingo, 9 de junio de 2019

Y de repente, la lluvia


Post pendiente Nº2 de 2

Desde que llegué a Manila el 9 de marzo de 2019 no ha parado de hacer sol. Nuevo continente, nuevas sensaciones en todos los aspectos. La vida que se complica un poco más pero no evita cambios y decisiones. Y de repente, volviendo en avión del cuarto de mis viajes a la isla de Mindanao, en el sur de Filipinas, comienza una lluvia torrencial que se asemeja a aquellas de Colombia y recuerdo que tenía un post pendiente sobre mí despedida allá.

Quizá la lluvia me recordó eso por ser una de las pocas cosas que he encontrado iguales aquí y allí. Quizá no había conseguido sacarme ese nudo del estómago que he llevado conmigo por casi medio año y por eso no era el momento. O quizá sencillamente no he tenido tiempo con los viajes, el nuevo trabajo y la peque de casi dos años.

Las últimas semanas en Colombia no fueron para nada especiales. Seguimos con la rutina de cada día como si nada fuera a pasar. Quizá haya sido el mejor lugar en el que yo alguna vez haya trabajado y donde me haya mudado, pero la salida ha sido mucho más suave de lo que imaginaba. Ha habido camiseta y taza de recuerdo de mi oficina, ha habido desprendimiento y cosas vendidas y regaladas, ha habido mucho parque para aprovechar el verde que ya no tendremos aquí, también un temazcal reponedor, y ha habido achuchones y lágrimas, pero pocas.

Esta publicación puede servirme para mantener la cordura en mis nuevos tiempos y nueva vida. Y eso pasa por ser feliz, no olvidar y esperar que el destino me lleve de vuelta. Algo habrá quedado, eso espero, al menos algo digno de contar en el tiempo que tengo durante la siesta de mi hija. Y es esto que comparto. No hay fotos, porque quisiera transmitir los sentimientos en palabras. Colombia ha sido el lugar que más me ha cambiado la vida, y yo que pensaba que había sido Bolivia. Aunque todo lleva a algo y todo es por algo. No hubiera habido un lugar sin haber pasado por otro antes.

Gracias gente a la que he conocido. Gracias procesos que he vivido. Gracias trabajo por haberme reconocido. Gracias mundo por mantenerme en él y por traer a bellos seres que me acompañan. Gracias playas. Gracias montañas. Gracias parajes y mensajes. Gracias a los aprendizajes que traigo a Asia en esta ajetreada época que tengo por delante. No puedo parar de dar las gracias, mejor lo dejo aquí. Gracias.