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sábado, 11 de febrero de 2012

Luna creciente, luna en virgo

Hoy no hay luna en virgo pero a pesar de eso hay días para ordenar el interior y el exterior como los amaneceres tras la luna en virgo. No es que trate de ponerme más esotérica hoy de lo que lo soy generalmente, no se me vaya a entender mal, es que tras los largos recorridos de encuentros y desencuentros de los meses de diciembre y enero lo mejor de vuelta en Quito es ordenarse. Ordenar la casa para el traslado de la semana que viene es una forma de ordenarse exteriormente. Comenzar a hacer ejercicio de nuevo, en esta tierra en movimiento que por acá por la mitad del mundo esta semana volvió a moverse para darme la bienvenida a casa (5´4 en la escala Richter, dicen) podría ser otra forma de ordenarse exteriormente. Reubicar las neuronas, no sé como, para que la mente se mueva entre lo realmente importante puede ser la forma de ordenarse interiormente. Sea como sea, pensar en la luna en virgo ayuda a tener fuerzas y a sentir el ritmo del mundo en movimiento desde el lado del charco de la izquierda mirando el mapa desde el lugar en que nací.

Dice la tradición de cierto lugar cercano al que vivo en estos momentos, junto con algún que otro estudio más racional, que en luna creciente o luna nueva la savia asciende y proporciona vigor, maduración y sustancia. Hoy tampoco es luna creciente pero espero que el próximo día que haya este astro en crecimiento, la sustancia que fluye me permita seguir madurando y vivir esos días laborales intensos que todas las personas tenemos con una visión más pausada y lineal, sin permitir que algunos cambios y otras situaciones me afecten. También espero, en lo personal, que esos gramitos de magia (a veces casi infantil de lo emocional) que me quedan dentro y me hacen agrandarme para llegar a cada uno y cada una de ustedes, vosotras y vosotros, me hagan disfrutar de las pequeñas y grandes decisiones del día a día, teniendo a casi todo el mundo cerca y a la vez lejos.

Luna creciente, luna en virgo en un día de febrero nublado por fuera y  por dentro... verde claro como la sábila.

¡Gracias!