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sábado, 26 de noviembre de 2011

¿Dónde está el granizo?


¿Dónde está el granizo? ¿Dónde quedan los movimientos de tierra cuando terminan? ¿Dónde queda todo aquello que muta cuando su estadio anterior ha desaparecido? Dentro, tras los 87 segundos que me he dado para escribir esto, ahí donde permanecerá.

Hoy ha granizado. Hacía sol, el paseo de la mañana nos podría haber hecho intuir que el día así seguiría. Quito, indomable e impredecible, hizo media hora después de eso, esta misma calle, mi calle, una calle blanca. Caía fuerte, el cielo lloraba como dice alguien por aquí cuando llego a casa y está lloviendo. Pero hoy con fuerza, parecía que su lloro nos estaba transmitiendo que llevemos cuidado, que todo puede pasar en esta bella ciudad o fuera de ella cuando menos te lo esperas y cuando te lo esperas, pues puede dejar de pasar. Todo. La tierra se puede mover como mi vida se mueve, como yo misma me muevo por dentro dependiendo del espacio y del momento. 

Este granizo solo me ha recordado que Quito representa para mí que todo cambia, que todo puede cambiar ahora mismo para mejor o para peor y que hay que correr sonriendo de un estado a otro, del sol más caliente al granizo que más duele… ¡O viceversa claro!

(87 segundos de los pensamientos de mi cabeza el día de hoy)

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