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lunes, 13 de julio de 2015

Sobre cómo descamar un pescado de casi medio metro


¿Cómo hace alguien de "cultura urbana" para adaptarse a un entorno en el cual todavía se hacen las cosas tomándose su tiempo y con las manos, y la comida no aparece por arte de magia en la nevera? A inicios de 2014 me propuse que iba a decrecer y la verdad es que no lo cumplí demasiado. Para que no se me olvidara me encuentro limpiando con cuidado el primer pescado grande de mi vida. Nunca lo había hecho. Y ayer la cocina apestaba pero yo estaba orgullosa de saber que puedo hacer lo que sea. O al menos no voy a poner impedimentos para intentarlo.

Es como lo de viajar a países a los que nadie se le ocurriría ir de primeras porque no llaman la atención. O como dar esa voltereta que siempre te dio miedo. O conducir sin rumbo ni pereza por quedarte colgada sin gasolina ni pueblo cercano, en una carretera perdida de África. O como escribir una entrada en el blog sin saber si a alguien le interesará.

Para quien le interese, y para que no se me vaya la costumbre de decrecer, también suelo tomar notas de cada entrada del blog a mano, en una libreta. Eso antes de pasarlo todo al ordenador. Es una forma de concentrarme, relajarme… y luego vienen los cambios, tratando de que la idea que estaba en el papel permanezca.

La entrada de hoy comienza en abril de este año, en una playa desierta. Mientras estoy con el boli en la mano solo hay una persona corriendo, de fondo, puede ser que sea rara como yo. Existen a veces puntos olvidados para casi todo el planeta menos para quienes en ellos han nacido. Os cuento desde mi carpa playera de colores, único punto que probablemente se vea desde el cielo si me apunta un satélite, algo sobre lo que sé acerca del país que me está acogiendo estos momentos. Trazas de historia y de mar.



a)  Trazas de historia

En el tercer curso de secundaria un día Don Rafael llegó a clase con el mapa de Mauritania para hablar de ese país en concreto del que mucha gente no sabe nada. Dejó sus gafas al lado del retroproyector y nos preguntó lo que sabíamos, y a medida que alguien decía algo, por muy vaga que fuera la idea que ese adolescente tenía del país, él iba aprovechando la coyuntura para contar alguna anécdota. Y darnos lecciones de humildad y de historia. Me encantaba ese profesor.

No trato de tener rigor histórico, entre otras cosas porque la historia es imprecisa y siempre hay personas que se dedican a ella y saben más. No obstante, si pudiera dar un salto en el tiempo, de esos de las películas, le hubiera dicho al profe que un buen amigo de aquí me ha contado que básicamente hay ocho fases de la historia mauritana conocidas (al menos por él):

1.  Lo primero que se conoce son los serer. Hay varios documentales sobre este pueblo prehistórico que sobrevive hoy en día en pequeños grupos repartidos entre varios países de África occidental. Sobre la religión serer y lo que aportaron a la cultura y tradiciones de la actual Mauritania, sin embargo, no se sabe demasiado. Mientras tanto también habían poblaciones bereber.

2. Tras esta civilización viene otra de la que se sabe más y que los entendidos dicen que son los primeros mauritanos que todavía existen hoy: los soninké. Son muy conocidos por ser quienes vivieron en Ouadan, uno de los lugares turísticos del país. Cumbisale (creo que se escribe así) fue la capital de su reino, aunque no he encontrado nada sobre ella. 

3.  Después llegaron los almorávides, primeros musulmanes en el territorio y de los que también desciende una gran parte de la población de mi zona de España. Fueron los unificadores de Al-Andalus y aquí en Mauritania estuvo una de sus cunas, en las ciudades perdidas, que por cierto todavía no he visitado. Tema pendiente por si a alguien le apetece acompañarme. 

4. Y tras ellos, unos siglos más tarde, arriban los Beni Hassan, una de las cuatro tribus árabes que emigró a la zona del Magreb y del Sahara allá por el siglo XI. Arabizaron a las tribus de la zona y trajeron la lengua hassanía. He escuchado que fueron los primeros que sometieron a otras tribus a la exclavitud que hoy en día todavía se sabe que existe... 

5 Se dice que entonces los peul o fulani, otro pueblo en gran parte nómada con cierto poder en esa época, sobre todo en el sur, donde está el río Senegal, buscan los Beni Hassan para luchar contra almorávides y poder quedarse en el territorio. No he encontrado mucho en internet sobre esto. 

6. Es en aquel momento cuando llegan tres entradas importantes y que probablemente conviven y se relacionan en algún momento entre ellas (disculpas si me equivoco al contar esto): una desde la zona de Tombuctú (eso me cuenta ami amigo, pero no consigo encontrar más información), otra de andalusíes que escriben los famosos manuscritos andalusíes que tanta gente viene a traducir e investigar, y la tercera entrada es la de los moriscos.

7. Todo esto da lugar a una época mucho más cercana a la moderna, con mucha gente de paso y nómada durante años, décadas y siglos, proveniente de todos los pueblos que alguna vez habitaron Mauritania. 

8.  Y voilà la llegada del imperio francés en el siglo XX, quienes colocaron el primer puesto en Nuakchot que no era nómada, para crear la capital. Eso da lugar a la ciudad desde la que escribo. Un millón continuo de habitantes con una historia de gente de paso y de mestizaje que desgraciadamente se une a una inestable pero fascinante historia moderna.


b)  Trazas del mar que voy descamando

El mar y sus saberes también me están llegando poco a poco, aunque no hable demasiado con los pescadores. Trato de quedarme con algunos conocimientos, siendo urbana como soy (ya se sabe: el pescado nace en la bandeja de plástico del supermercado). No obstante, desde esta humilde postura de quien aprende y le apetece contar, a Don Rafael le diría que:

1.  Las tellinas no les gustan demasiado a la gente mauritana, no ven claro lo de que esos bichos del mar se coman, y yo me pongo las botas. Cuando es temporada, es decir, allá por octubre - noviembre (¡ya queda poco para la temporada de este año!), y si la marea está baja, solo con entrar a la orilla y meter la mano en la arena a una profundidad de medio palmo sacas una mano llena de tellinas. Pero es que si vas un pelín más adentro (¡atención, que rompen las olas del atlántico!) lo que coges son almejas. Para comer las tellinas solo se dejan en agua desde la mañana hasta la noche y ya tienes todas las que quieras. Todas las que quieras.

2.  Pero la exuberancia de Mauritania para la pesca, por supuesto, no alcanza sólo al marisco. La variedad y buen precio del pescado te invitaría a comerlo todos los días. Ayer mismo las truites de mère que compré (parecido a una lubina, pero con manchas negras) me costaron dos euros. Ni que decir cabe que esto no es solo bueno para el país, también provoca problemas. 

3. Finalmente, le contaría a mi profesor que ahora trabajo en cooperación internacional y que hay un gran proyecto de pesca aquí, entre otros bien grandes que ha habido. Se trata de un país complicado para que las cosas se mantengan, por varias razones creo. Otro día cuento más sobre esto, para no hablar por hablar.


Mi conclusión, Don Rafael, es que solo se trata de descamarse, quitarse lo que se lleva encima que no deja ver,  y aprender. Volvería hoy a esas épocas con todo en mi mente, pero si volviera no lo hubiera aprendido, y me encanta haberlo hecho. Aunque... bueno, he de decir que me gusta tanto compartirlo por aquí como vivirlo.


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