¿Cómo hace alguien de "cultura urbana" para
adaptarse a un entorno en el cual todavía se hacen las cosas tomándose su tiempo y con las manos, y la comida no aparece por arte de magia en la nevera? A inicios de 2014 me propuse que
iba a decrecer y la verdad es que no lo cumplí demasiado. Para que no se me
olvidara me encuentro limpiando con cuidado el primer pescado grande de mi vida.
Nunca lo había hecho. Y ayer la cocina apestaba pero yo estaba orgullosa de
saber que puedo hacer lo que sea. O al menos no voy a poner impedimentos para
intentarlo.
Es como lo de viajar a países a los que
nadie se le ocurriría ir de primeras porque no llaman la atención. O como dar
esa voltereta que siempre te dio miedo. O conducir sin rumbo ni pereza por quedarte
colgada sin gasolina ni pueblo cercano, en una carretera perdida de África. O
como escribir una entrada en el blog sin saber si a alguien le interesará.
Para quien le interese, y para que no se me
vaya la costumbre de decrecer, también suelo tomar notas de cada entrada del
blog a mano, en una libreta. Eso antes de pasarlo todo al ordenador. Es una
forma de concentrarme, relajarme… y luego vienen los cambios, tratando de que
la idea que estaba en el papel permanezca.
La entrada de hoy comienza en abril de este
año, en una playa desierta. Mientras estoy con el boli en la mano solo hay una
persona corriendo, de fondo, puede ser que sea rara como yo. Existen a veces
puntos olvidados para casi todo el planeta menos para quienes en ellos han
nacido. Os cuento desde mi carpa playera de colores, único punto que probablemente
se vea desde el cielo si me apunta un satélite, algo sobre lo que sé acerca del
país que me está acogiendo estos momentos. Trazas de historia y de mar.
a) Trazas de historia
En el tercer curso de secundaria un día Don
Rafael llegó a clase con el mapa de Mauritania para hablar de ese país en
concreto del que mucha gente no sabe nada. Dejó sus gafas al lado del retroproyector y nos preguntó lo que sabíamos, y a medida que alguien decía
algo, por muy vaga que fuera la idea que ese adolescente tenía del país, él iba
aprovechando la coyuntura para contar alguna anécdota. Y darnos lecciones de
humildad y de historia. Me encantaba ese profesor.
No trato de tener rigor histórico, entre
otras cosas porque la historia es imprecisa y siempre hay personas que se
dedican a ella y saben más. No obstante, si pudiera dar un salto en el tiempo,
de esos de las películas, le hubiera dicho al profe que un buen amigo de aquí
me ha contado que básicamente hay ocho fases de la historia mauritana conocidas
(al menos por él):
1. Lo primero que se conoce son
los serer. Hay varios documentales sobre este pueblo prehistórico que sobrevive
hoy en día en pequeños grupos repartidos entre varios países de África occidental.
Sobre la religión serer y lo que aportaron a la cultura y tradiciones de la actual
Mauritania, sin embargo, no se sabe demasiado. Mientras tanto también habían poblaciones bereber.
2. Tras esta civilización viene
otra de la que se sabe más y que los entendidos dicen que son los primeros mauritanos
que todavía existen hoy: los soninké. Son muy conocidos por ser quienes
vivieron en Ouadan, uno de los lugares turísticos del país. Cumbisale (creo que
se escribe así) fue la capital de su reino, aunque no he encontrado nada sobre ella.
3. Después llegaron los
almorávides, primeros musulmanes en el territorio y de los que también
desciende una gran parte de la población de mi zona de España. Fueron los
unificadores de Al-Andalus y aquí en Mauritania estuvo una de sus cunas, en las
ciudades perdidas, que por cierto todavía no he visitado. Tema pendiente por si
a alguien le apetece acompañarme.
4. Y tras ellos, unos siglos más
tarde, arriban los Beni Hassan, una de las cuatro tribus árabes que emigró a la
zona del Magreb y del Sahara allá por el siglo XI. Arabizaron a las tribus de
la zona y trajeron la lengua hassanía. He escuchado que fueron los primeros que
sometieron a otras tribus a la exclavitud que hoy en día todavía se sabe que
existe...
5. Se dice que entonces los peul o
fulani, otro pueblo en gran parte nómada con cierto poder en esa época, sobre
todo en el sur, donde está el río Senegal, buscan los Beni Hassan para luchar
contra almorávides y poder quedarse en el territorio. No he encontrado mucho en
internet sobre esto.
6. Es en aquel momento cuando
llegan tres entradas importantes y que probablemente conviven y se relacionan
en algún momento entre ellas (disculpas si me equivoco al contar esto): una desde la zona de Tombuctú (eso me cuenta ami amigo, pero no consigo encontrar más información), otra de andalusíes que escriben los famosos manuscritos andalusíes que tanta gente viene a traducir e investigar, y la tercera entrada es la de los moriscos.
7. Todo esto da lugar a una época
mucho más cercana a la moderna, con mucha gente de paso y nómada durante
años, décadas y siglos, proveniente de todos los pueblos que alguna vez habitaron Mauritania.
8. Y voilà la llegada del imperio francés en el siglo XX, quienes colocaron
el primer puesto en Nuakchot que no era nómada, para crear la capital. Eso da
lugar a la ciudad desde la que escribo. Un millón continuo de habitantes con una historia de gente de paso y de mestizaje que desgraciadamente se une a una inestable pero fascinante
historia moderna.
b) Trazas del mar que voy
descamando
El mar y sus saberes también me están
llegando poco a poco, aunque no hable demasiado con los pescadores. Trato de
quedarme con algunos conocimientos, siendo urbana como soy (ya se sabe: el
pescado nace en la bandeja de plástico del supermercado). No obstante, desde
esta humilde postura de quien aprende y le apetece contar, a Don Rafael le
diría que:
1. Las tellinas no les gustan
demasiado a la gente mauritana, no ven claro lo de que esos bichos del mar se
coman, y yo me pongo las botas. Cuando es temporada, es decir, allá por octubre - noviembre (¡ya queda poco para la temporada de este año!), y si la
marea está baja, solo con entrar a la orilla y meter la mano en la arena a una
profundidad de medio palmo sacas una mano llena de tellinas. Pero es que si vas
un pelín más adentro (¡atención, que rompen las olas del atlántico!) lo que
coges son almejas. Para comer las tellinas solo se dejan en agua desde la mañana hasta la
noche y ya tienes todas las que quieras. Todas las que quieras.
2. Pero la exuberancia de
Mauritania para la pesca, por supuesto, no alcanza sólo al marisco. La variedad
y buen precio del pescado te invitaría a comerlo todos los días. Ayer mismo las
truites de mère que compré (parecido
a una lubina, pero con manchas negras) me costaron dos euros. Ni que decir cabe que esto no es solo bueno para el país, también provoca problemas.
3. Finalmente, le contaría a mi
profesor que ahora trabajo en cooperación internacional y que hay un gran proyecto de pesca aquí,
entre otros bien grandes que ha habido. Se trata de un país complicado para que
las cosas se mantengan, por varias razones creo. Otro día cuento más sobre esto, para no hablar por hablar.
Mi conclusión,
Don Rafael, es que solo se trata de descamarse, quitarse lo que se lleva encima
que no deja ver, y aprender. Volvería
hoy a esas épocas con todo en mi mente, pero si volviera no lo
hubiera aprendido, y me encanta haberlo hecho. Aunque... bueno, he de decir que
me gusta tanto compartirlo por aquí como vivirlo.
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