DÍA 1
Lo sostenible, lo que se mantiene en el
aire, lo que no se hunde, lo que aguanta y no se desmorona. Frente a mí, un
montón de pájaros que están a punto de volar hacia Europa, hacia el verano de
allá, para sostenerse. Esa es su forma de hacerlo desde hace mucho tiempo.
Acabo de levantarme en el Banc d’Arguin, es
primero de mayo de 2015, día redondo para hablar sobre lo que se sostiene. Como
digo, me he levantado al olor del café que alguien preparaba. Después he ido al
baño y ahí, sobre un lavabo perfectamente nuevo pero sin grifo ni agua
corriente, he leído el cartel que dice "desarrollo sostenible duradero". Mi
pregunta es simple: ¿Cuánto durarán el cartel, el baño e incluso el desarrollo
sostenible? Además, ¿cuánto durará la manada de pájaros frente a la playa? Y la
gente que duerme en las jaima1 y que hoy se levanta conmigo a desayunar, ¿se sostendrá?
Frente a mí, el océano que me separa de los
tres continentes que conozco, a mi espaldas, el desierto que alguna vez estuvo
lleno de vida. Los pájaros me ven y se alejan.
El cabo de Tafarit es bastante conocido
aquí y algo peculiar. Las playas de Mauritania suelen tener mucho
oleaje y no me llama especialmente la atención pasar la mañana en el agua, como
me pasa en el mediterráneo. Pero aquí todo está calmado y hay que andar bien
adentro para que cubra. Todavía no hace demasiado calor y a las familias
mauritanas parece gustarles mucho venir unos días de vacaciones, aunque no se
bañen.
Lo mejor de todo es el camino para llegar,
pasando en medio de las dunas y dando botes que hacen menearse hasta el último
de los músculos. Con esos saltos te parece que hasta tus órganos cambiasen de
sitio y volvieran luego a su lugar. Sabes que no es así, pero te da esa
sensación, y además te hace pensar en lo mucho que tu sostenibilidad depende de
ese 4x4, mientras delante de ti se desvela el paisaje.
Pero sigue el viaje hacia el sur por el
parque, con ese todoterreno por la línea de la playa, como antes hacía todo el
mundo para ir de Nuakchot a Nuadibú, cuando no había carretera. Nunca había ido
en coche por la orilla de la playa. Como no suelo repetir demasiado las cosas
me quedaré con esta sensación, sostenible o no, y con el viento en la cara.
DÍA 2
Como en el día de hoy, sentada en la
segunda parte del camino, la que lleva de vuelta a casa. El guía se acerca con
leña. El grupo de las nueve personas que me acompañan esperan un rato, para
poder comerse su "maaouiya"2 recén pescado. El sol se esconde.
Las moscas y el olor intenso a mar, aunque molestan un poco, no estropean la
sensación de ser un granito de arena. La noche entra y un pájaro se cuela en la
jaima, uno de los miles que hay por aquí cerca…
Parece mentira que la inspiración no se
sostenga en este sitio como lo hace en otros lados. Será, quizá, porque ésta
suele llegar en momentos críticos. Hoy tengo una sensación de paz y de estar
donde debo estar, quizá por eso no hay nada que haga saltar la chispa. Tal vez
pueda mantener la llama encendida y no dejar de indignarme por lo mismo que
hace quince años pero con madurez. Quizá la barca de pescadores que acaba de
pasar me ayude a recuperar la sensación pensando en las largas jornadas que
trabajan.
Por cierto, hace un rato ha sido justamente
un grupo de pescadores el que ha traído nuestro "maaouiya" para la cena. No
se lo habíamos pedido, simplemente nos estábamos dando un baño y se han
acercado con la barca para pedirnos agua de beber. Les hemos dado un bidón de
cinco litros y nos lo han cambiado por tres pescados. Así de simple. Así de
fácil y sostenible.
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1. Tienda de campaña.
2. A los pescados que no son los mejores pero que igual son gordos y sirven para alimentarse se les suele llamar "maaouiya", como al presidente Maaouiya Ould Sid’Ahmed Taya, quien estuvo al frente del gobierno entre 1984 y 2005, por todo lo que tenía y ostentaba, y lo bien que vivía. Dicho presidente fue depuesto por golpe de estado en 2005 y hoy vive en Qatar.
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