En el mes de mayo viajé a mi ciudad natal por primera vez con Mila y anoté en el teléfono móvil un montón de ideas y de sensaciones que tuve tras casi dos años sin volver. Poco después también pude conocer una nueva ciudad de
Colombia, Buenaventura, donde alguien afro me “bautizó” con toda calidez y me
hizo conocer sus costumbres. También tenía montones de ideas para transmitir lo que sentí en esa zona de la costa colombiana.
Pero hace más de seis meses de opositora de eso. Y les llamo esa forma a mis
meses porque desde que comencé a imprimir el primero de los temas que tenía que leer, resumir y estudiar he dejado de lado todo aquello que me hace sentir
bien. Más allá de eso, de las horas de oficina y de la familia no he
avanzado a cumplir las metas que me propongo, y eso incluye el blog. Desde marzo.
Sin
lamentos. Cada quien elige.
Edificio tradicional, downtown |
Por eso, hoy
que ya he asumido que por el momento no voy a continuar opositando es cuando
por fin continúo con todo. Escribiendo desde aquí, desde bien arriba en el
mapamundi, sin mucha inspiración por el cambio horario pero con ganas de
continuar. Y reconociendo que será más adelante cuando termine esos dos post
que dejé a mitad. Prometo retomarlos.
Mejor hoy
os cuento por ahora cómo percibo a ese “norte” del “hemisferio norte”, a su
historia y a esa ciudad llamada Edmonton, capital de Alberta, Canadá.
Desde hace
un tiempo a esta parte se vienen escuchando algunas noticias sobre el país con
la hoja de arce en su bandera. Y digo algunas noticias porque se trata de un
lugar supuestamente tranquilo donde no hay noticias impactantes para las masas. Las novedades que llegan fuera de sus fronteras son su presidente
progresista o la legalización del cannabis. Pero, por otro lado, según los sondeos que
he ido haciendo, nadie sabe cómo viven las poblaciones antes de la
colonia, cuáles son los pueblos que existían antes de la llegada de Inglaterra
y Francia o por qué es un país con tantas diferencias a los Estados Unidos de
América, a pesar de estar tan cerca.
Arte urbano |
Lo que a
continuación cuento no es más que mi impresión personal unida a una muy breve
indagación de información, en la medida de mis posibilidades. Y es que no
abandonar lo que me propongo es lo que siempre me ha hecho fuerte.
Pero ¿Qué
hace fuerte los cree, los blackfoot, los metis, los nakota sioux, los iroquois o los dene, entre otros? Lo que
conocen, lo que pueden contar y transmitir, su historia, sus tradiciones. Sin
ello y sin sus pieles, casas, quehaceres domésticos y de caza, entre otras
costumbres, son vulnerables y dependientes del medio. Hoy en día lo son, pero
no siempre fue así. ¿Y si todavía pudiera cambiar?
Bisonte en las afueras de Edmonton |
En el nuevo
museo de Alberta, abierto el pasado 3 de octubre, hay una pequeña sala redonda,
justo en el centro. Es algo oscura y tiene una única puerta de entrada. En el
lado derecho de esa puerta hay una foto de personas mayores y al izquierdo está
escrito “Donde está nuestra fuerza”. Fijándonos bien en las facciones de las
personas del retrato vemos que se trata de población indígena o también llamada
aborigen de la zona. Si entramos a la estancia vemos ropas y enseres muy
distintos de cada grupo, entre los cuales se destaca la diversidad y las
distintas formas de enfrentarse al entorno. Pero lo bello de dicho museo es que
ese mini espacio no es independiente, sino que “irradia” sus saberes a todo el
resto del "ala de historia humana", la más grande del centro cultural. Ese es el enfoque con
el que está construida.
A
diferencia de otros museos, el de Alberta pone a los y las habitantes canadienses que vivían allí
antes de la colonia como centro de la historia. Este es un cambio importante
que ha habido allí: pedir perdón a las personas indígenas a través del
reconocimiento de los valores culturales que han perdido en siglo y medio. No
obstante, esto no soluciona los problemas de marginalidad que en muchos casos
siguen viviendo. Sólo les reconoce de una forma distinta a 20 años atrás.
Hora punta |
Edmonton es
una ciudad entre el desierto frío, casi helado o blanco diez meses de los doce,
donde puede disfrutarse la aurora boreal durante todo el año. Es en medio de ese
desierto donde viven y vivían estas poblaciones. Y hoy según todos los
indicadores es, supuestamente, uno de los lugares más “desarrollados” de la
tierra.
Chinatown, downtown |
Pero esa no
ha sido mi sensación personal. La primera impresión cuando llegué fue la de
estar en un lugar en el que no existe la comunidad, sino que todo el mundo hace
vida en casa y de forma individualista. Tras ello comencé a dialogar con gente
de la zona y me di cuenta de que no es tan así, sino que el clima hace mucho y
que en realidad son personas, en general, con gran cultura y amabilidad.
Quienes allí viven. Sí. No se puede decir que sean de allí sino que son quienes
allí viven, porque el 90% o bien han llegado recientemente desde Asia, o bien descienden
de Europa o Latinoamérica, entre otros lugares.
¿En qué se
basa la economía de Edmonton? En ganadería y petróleo, según me aseguran un par
de lugareñas, sin que yo haya contrastado esa información por mi parte. Algo
así como “el Texas de Canadá” me llegaron a decir. ¿Capitalismo? ¿Zona
conservadora? No, solo un lugar con bellos bisontes, mestizaje y mucho para
aprender, como tantos otros.
Mi
reflexión es: ¿Por qué los sitios más fríos son los más buscados? ¿Por qué
tanta gente pone todos sus ahorros en una visa a Canadá teniendo estudios para
luego quizá acabar de taxista? Quizá el futuro y el seguir viajando me den una
respuesta más acertada. A día de hoy sólo puedo pensar en petróleo, empresas y
poder. Pero también en gente como yo, como cualquiera, que trata de adaptarse
al clima en el que vive, de la mejor manera que consigue.
Centro de negocios |
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