Hoy ha sido el Antisana, ya fueron el Chimborazo, Tunguraua,
Reventador… espero que pronto
sea el Cayambe… y el Pichincha lo veo cada mañana. Hay tantos que ya he dejado
de contarlos. Cada volcán de la mitad del mundo es diferente, pero todos están activos.
La pasada semana una persona desconocida pero de actitud cercana me contó una
leyenda, una historia que las personas que viven próximas a estos picos abrumadores crearon. Esta leyenda nos muestra la forma en que los
volcanes son vistos desde la población que vive en sus faldas: como habitantes
de la misma tierra. Son como personas sobre las que contar historias. Esta es,
por tanto, una historia de amor de esa tierra de volcanes contada por una voz quiteña.
He querido no opinar sobre ella. Solo la transmito porque habla por sí
sola:
Había una vez una chica joven en una población no muy
grande, de la cual no se sabe el nombre pero que quedaba cercana a la tierra de
los volcanes. Esta chica era de una familia rica y poderosa y sus padres no le daban
libertad. Pero a pesar de esto, ella se enamoró, como tantas veces pasa, de un
chico que no era de su clase y que su familia no aceptó.
Se amaban tanto que eso no les importaba nada su situación, aunque
no sabían que sería de su futuro. Pero un día el chico, luchando por conseguir
su amor, fue al volcán Illiniza que se encontraba cerca de su población y allí
murió. La chica, al saber lo que había sucedido, decidió ir al cráter del volcán
y morir con él, convirtiéndose este volcán el alma de los dos.
Volcán Cotopaxi |
Y así continuaron por tanto tiempo que su amor se hizo tan inseparable como la montaña que les sostenía. Hasta que un día, el volcán Cotopaxi, que era el más querido de la región, se encaprichó de la mujer Illiniza. Ella por supuesto no le hizo ningún caso al principio, pero el Cotopaxi era tan bello, tan perfecto y esbelto en sus formas, que a base de coqueteos y palabras se ganó a la Illiniza.
Los Illinizas |
Cotopaxi e Illiniza se veían siempre a solas y sin que nadie se enterara. Pero un día el volcán Rumiñaui les vio y decidió contarle al chico Illiniza, el cual por supuesto se enfadó muchísimo y decidió separarse de la chica Illiniza. Es por eso que hoy en día el Illiniza ya no es un volcán sino dos: el Illiniza Norte y el Illiniza Sur. El Norte es el alma masculina y el Sur el alma femenina.
Laguna - volcán Quilotoa |
Pero la chica, ante esta situación, se dio cuenta de que realmente no quería al Cotopaxi sino a su pareja y fue llorando a pedirle perdón. Tanto, tanto, pero tanto lloró que creó lo que hoy en día es la laguna de Quilotoa, la cual es otro volcán y tiene los bellos colores que se desprenden del alma de la Illiniza, la cual es su vecina.
Volcán Rumiñaui |
Mientras tanto, el Cotopaxi, indignado por la actitud de Rumiñaui, fue a darle encuentro para pegarle. Y le dio al pobre un puñetazo tan, pero tan fuerte que por eso hoy en día todavía se le ve magullado, con un golpe con la forma de una mano.
El Cotopaxi se fue entonces a quedarse solo, sin volcán alrededor de él que le acompañe. Dicen que como siente tal vergüenza por lo mal que se portó con todo el mundo casi nunca se deja ver, a pesar de que es bellísimo. Por eso siempre está nublado y solo algunos días se deja ver completo.
Fin